miércoles, 9 de febrero de 2011

YA ESTÁ BIEN DE CACAHUETES...



Tengo 40 años, llevo trabajando desde los 18, así que haciendo un pequeño cálculo, llevo en la vida laboral, la friolera de 22 años, y cotizando los 22.

Por esta misma razón, aunque es cierto que también creo, que he tenido suerte en la vida, no permito que nada ni nadie, se me suba a las barbas, salvo que yo quiera y por una razón muy sencilla, YO, gracias a Dios, siempre me he valido por mi misma, si había un huevo para comer, un huevo, y cuando han sido tiempos de caviar, he comido caviar.  De todos y cada uno de esos tiempos, he sido plenamente consciente y los he “capeado” como mejor he podido, intentando joder lo menos posible al prójimo.

Me quiero explicar, que me acelero y no se me entiende.
El testigo de madrugones, compatibilidad entre trabajo-casa, trabajo-marido, trabajo-hija, trabajo-familia, trabajo-diversión, trabajo-salud, trabajo-resto del mundo, tan solo lo sé yo y los a mi, pegados. Yo sé, lo que es dejar a mi hija mala con mi madre, con su abuela, trabajar los días de fiesta, incluso de huelga general, quedarme hasta tarde trabajando, llegar pronto, quedarme sin comer, no ir a las reuniones del colegio porque obviamente son a horas no compatibles con el trabajo, salir corriendo a comprar un disfraz,  cuando ves que hay mamás que se pegan por un “velcro”, recuperar horas porque la niña se pone mala y tienes que ir al médico más de lo necesario, que llegue tu marido a casa, y la cena o la ropa no esté lo idealmente que debería estar, delegar desde bien pequeña en mi hija los deberes, porque mamá no está para ayudarla, responsabilizarla de hacer su habitación antes de salir de casa, combinar agenda para poder ir al cumpleaños de tu suegra, con el único fin de que no haya una cara larga, hacer la compra por internet, encargar el regalo de San Valentín también por Internet y un largo etcéteras... .
Estoy segura que la mayoría de los que me leáis, sabéis de lo que hablo.

A esto debo sumarle mi experiencia personal, novio desde los 15 años, posterior matrimonio a los 22, maternidad a los 24 y consiguiente divorcio a los 32; he tenido alguna relación políticamente incorrecta, pero que después de haberla vivido, tan solo por lo que te enseña y lo que te entregas, merece la pena, al mi al menos; y he tenido y gracias a Dios tengo, la mejor relación que se pueda tener con un hombre, que por suerte, es mi marido actual.
La experiencia del divorcio, por muy deseada que sea, no es nada fácil Ver como se resquebraja la familia que con tanto amor habías intentado hacer, no es algo que se pueda tragar sin ayuda, y llevar a tu hija a un parque de atracciones fantástico, para hacerla partícipe de la decisión tomada y escucharla decir, “no sigáis hablando” mientras que ves a su padre llorar, tampoco es “moco de pavo”. He pasado por cinco, (5) mudanzas, 4 empresas distintas dónde he trabajado, he pasado por la muerte de mi padre que me pilló con 19 años y estoy pasando por el Alzheimer de mi madre, casi de puntillas, por la responsabilidad, otra vez, del trabajo. Y lo peor de todo con diferencia, he atravesado por el momento más duro que he tenido, que es,  ver que tu hija enferma y no sabes de qué, aunque otra vez, dando gracias a Dios, que siempre le tengo cerca,  resurgimos como el ave Fénix y en poco tiempo... me dan ganas de decir, que ha sido un milagro, pero para mí, ha sido así. 
Cultivo más o menos, y dependiendo de quién y de las ganas, mis amistades y a mi familia, hago fiestas en casa, cocino, conduzco, pinto si hace falta, tengo cuatro mascotas, (de tres me encargo directamente) y organizo una casa. Si puedo hacer un favor, lo hago y además, soy la secretaria de un grupo político, donde trabajo mucho y me esfuerzo por defender lo que quiero para el futuro más inmediato que es el futuro que le tocará vivir a mi hija.

Esta es mi vida, que para nada es ni de lejos, una vida complicada, de hecho, creo que hoy en día es una vida de lo más normal, pero sobre todas las cosas,  es la que me hace, por respeto a mi y sobre todo a mi descendiente directa,  no permitir en ningún momento,  que me acobarden ni un minuto. Digo cómo, digo cuándo y digo dónde y todo lo que sea salirse de ahí, es porque yo  quiero y si no lo quiero, siempre tengo la forma de hacerlo saber. La última por ciertas publicaciones soeces, en el juzgado.

Y seguiré luchando cada día que me levante, aunque vaya perdiendo las ganas, y transmitiré a mi hija cada uno de mis hábitos con la esperanza de que alguno le cale y sobre todo la inculcaré, que intente conseguir todo lo que ella quiera, pero que en el camino, intente hacer el menos daño posible y sobre todo, que no le chupe la sangre ni a nada ni a nadie para conseguirlo.

Estoy hasta las narices de ver que la gente quiere vivir bien, sin hacer nada por ello, quiere tener preferencias, caprichos, ropa, salidas, idas, venidas, ayudas, derechos, sin tener ninguna obligación, y a mi, me cuesta muchísimo tener lo poco que tengo, y entiendo, que si hay que ayudar, en un momento puntual, se ayude, porque yo podría estar en ese lugar, pero de ahí, a solo tener derechos y ninguna obligación va un abismo, y lo siento, pero con mi vida de 40 años, ni hablar, me cueste lo que me cueste, aunque sea una parte de la vida que tengo, porque me he dejado parte, en ser lo que soy.

Pienso, que primero me debo respetar yo, para hacerme respetar aunque a veces cueste mucho.

1 comentario:

Carmen dijo...

Qué razón tienes.
Me he sentido totalmente identificada. Cada mañana al levantarnos empieza una lucha que no sabes si vas a ganar o perder, pero por la que estas dispuesta a sacar las uñas contra todos y contra todos.

Es cierto que quienes más piden, quienes más reclaman son aquellos que no se han ganado nada de lo que tienen. Se creen con mas derechos, como si a los demás nos regalasen las cosas.
Un saludo

. y final!!

Aquí se cierra este blog, no por nada, sino porque ya no soy la misma persona que escribía en él... tenemos que evolucionar y aprender con e...